28 Ago Xilacina: una droga que hace estragos
Es obvio y evidente que cada vez el ser humano vive más. Esa situación que es maravillosa y atractiva, conlleva también una serie de problemas, conflictos y peligros inevitables y a veces, muy complejos.
Si vivimos más cantidad de tiempo, es sin duda, esencialmente además porque tenemos una asistencia sanitaria mucho más eficaz y una medicina preventiva que nos permite anticiparnos a muchas enfermedades y abortarlas en sus inicios. Comemos mejor, hacemos más deporte y la prevención, esencia del bienestar, es la pauta habitual hoy en dia.
Pero al mismo tiempo, ese aumento en cantidad de vida va unido a una serie de riesgos y de conflictos, que son inherentes a la prolongación de nuestra existencia. Por ejemplo, al prolongar la existencia vemos a más personas con demencia (el 30 % de los mayores de 80 años). Y Al vivir más tiempo podemos ver en todo su esplendor procesos osteo degenerativos más frecuentes e intensos (artrosis, osteoporosis, por ejemplo).
Al alargar nuestra existencia damos pie también a que la soledad sea cada vez un problema de mayor calado y de consecuencias muy preocupantes. “No es oro todo lo que reluce”, nos dice el conocido refrán, estoy de acuerdo.
Hoy, por ejemplo, estamos muy alarmados, y no es para menos, al observar un importante incremento del consumo de opiáceos sintéticos utilizados como analgésicos. Sustancias mucho más potentes que el opio por supuesto y sus derivados la morfina y heroína. Y esa mayor potencia lleva de la mano una mayor capacidad adictiva, tan alta que en Estados Unidos se considera un gravísimo problema de salud pública.
Más pronto que tarde desgraciadamente va a pasar igual en nuestro país, y veremos personas adictas a estos poderosísimos analgésicos con unas edades medias entre 40 a 60 años, que han sido diagnosticadas de diversos procesos dolorosos y quien les ha dicho una publicidad engañosa: que tienen derecho a una mejor calidad de vida, lo que ya no nos dicen tan claro es el precio que hay que pagar.
Por supuesto que soy firme defensor de eliminar el dolor, cuando este no tiene más utilidad que el hacernos sufrir. Soy partidario de evitar padecimientos y aflicciones, que no tienen ningún valor, pero creo que hay que extremar la proporcionalidad siempre y no “matar moscas con cañones”.
Hoy tenemos en el mercado sustancias analgésicas muy potentes como el Fentanilo y la Oxicodona (opioides sintéticos). En el último lustro ha aparecido en “el mercado negro” la Xilacina, sedante veterinario no apto para el consumo humano, y que está produciendo uno de los cambios más preocupantes en el mercado de las drogas ilícitas. Este tranquilizante veterinario, también conocido comúnmente como tranq o droga tranq, es el responsable de muchas muertes al utilizarse unido al fentanilo u otros opioides.
La Xilacina, repetimos, no está aprobada para el uso humano. Tiene fuertes efectos sedantes como un opioide, pero no es un opioide, y, lo más grave, no responde al antídoto contra la sobredosis de opioides, que es la naloxona. Al igual que un opioide, la Xilacina puede deprimir el sistema respiratorio, por lo que el riesgo de sobredosis se multiplica cuando se combina con heroína o fentanilo.
La Xilacina provoca además una forma de anemia muy grave que puede acabar con una forma casi mortal de deficiencia de hierro en la sangre». Este fármaco veterinario también se asocia a infecciones de la piel y de los tejidos blandos.
El caso es que, como dice el refrán: “éramos pocos y …” la abuela nos trajo más… Vivimos más, seguro; lo que no esta tan claro que vivamos mejor, eso es ya más discutible. Tenemos mejor información, más salud, más comodidad, más rapidez; pero también más riesgos, más violencia, menor aguante a la adversidad, menos valores y sobre todo mucha egolatría y demasiada soberbia. Y ahora tenemos en el consumo humano a la Xilacina, “viejas brujas, con escobas nuevas”.
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