Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA)

Los llamados ahora Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), son unas alteraciones psiquiátricas cada vez frecuentes entre los adolescentes y personas jóvenes. De todos ellos, en concreto hay dos, la vigorexia y la ortorexia, que están apareciendo como un problema de salud de relevancia creciente.

De forma general, hay estudios que afirman que un 35,7 % de los adolescentes ha estado o está a dieta en el último año (2023 encuesta a 300 adolescentes de 12 a18 años). Según Belén Serrano, dietista que ha formado parte del estudio al que hemos hecho referencia: «Seguir dietas sin una supervisión profesional en edades tempranas es un factor de riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria. La atención excesiva en la imagen corporal y el control de los alimentos ingeridos aumentan el riesgo de mantener posteriormente este tipo de conductas extremas, generando una obsesión que empeora la calidad de vida”.

Según el referido informe, la preocupación por la imagen corporal es mucho más compleja que vigilar la pérdida o ganancia de peso (anorexia y bulimia), y ahora, cada vez más, la atención se centra en otros aspectos como son la ganancia de masa muscular, la existencia de una figura excesivamente homogénea y un incremento de peso total.

A nadie se le escapa que cada vez es más creciente la tendencia a tener cuerpos más voluminosos y musculados, elemento que está en la base del incremento en la llamada Vigorexia (obtención de más masa muscular por cualquier método) y de la Ortorexia (obsesión o preocupación excesiva por la comida sana). Ambas alteraciones se encuentran presentes desde la adolescencia (12 años).

La búsqueda de soluciones rápidas para lograr el «cuerpo deseado» ha dado paso a que uno de cada cuatro encuestados considera que es normal perder más de cuatro kilos en un mes. Estas prácticas pueden desencadenar según los investigadores «un círculo vicioso: después de una dieta extrema, muchas personas experimentan atracones”, ello da lugar a una insatisfacción corporal más intensa y refuerza conductas compensatorias insanas, sobre todo por una “limitada e inadecuada percepción de los riesgos de algunas dietas”, o «dietas milagro». A ello hay que añadir la ingesta de los suplementos para perder peso, que un 13% de jóvenes de 12 a 18 años afirma haber consumido para este fin, suplementos que se comercialización sin ninguna medida de control ni regulación, además de la normalización de su uso en ciertos entornos, en los que se da prioridad a la imagen en lugar de a la salud.

El mundo del culturismo

Si nos adentramos por el mundo del culturismo, vemos que en los últimos meses se han producido al menos ocho muertes de figuras destacadas. La última, aunque no la única, que se ha conocido públicamente ha sido la de Ilia Golem, lo que ha vuelto a abrir la eterna discusión sobre los métodos nocivos utilizados por los deportistas de estas disciplinas.

El uso de sustancias en el culturismo

Los motivos que están detrás de este tipo de sucesos son mayoritariamente el uso declarado y abusivo de anabolizantes y esteroides, que producen cambios metabólicos a veces irreversibles, junto a problemas cardiovasculares y fracasos multifuncionales. Estas sustancias, los esteroides anabolizantes son versiones sintéticas (artificiales) de la testosterona que se utilizan para aumentar el tamaño muscular.

Los esteroides anabolizantes son hormonas que estimulan el desarrollo de la masa muscular y aumentan la fuerza y la energía. Pueden presentar muchos efectos adversos, incluyendo psicológicos (cambios de humor, comportamiento agresivo, irritabilidad) y, otros, físicos (acné, efectos masculinizantes en las mujeres, agrandamiento de las mamas en los hombres), pudiendo ser detectadas en la orina hasta 6 meses después de su consumo. Para detectarlos se pueden hacer análisis de orina donde estarán presentes hasta 6 meses después de interrumpir su consumo.

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José Carlos

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