La agitación psicomotora es la urgencia psiquiátrica más frecuente, sino también la más llamativa y la que requiere una intervención más decidida.
Puede estar originada por factores muy dispares que van desde un problema existencial en un sujeto inmaduro, hasta un brote psicótico, pasando por una alteración metabólica, un cuadro histérico o una intoxicación pos sustancias diversas.
Antes de iniciar cualquier tipo de tratamiento conviene distinguir si estamos ante una agitación psicomotora o si se trata de otro síndrome que requiere un abordaje diferente. El diagnostico diferencial hay que establecerlo con las siguientes entidades:
- Inquietud psicomotora
- Excitación psicomotora
- Agitación psicomotora
- Violencia
En los casos de inquietud psicomotora el paciente es consciente en todo momento de su comportamiento y capaz de controlar sus reacciones. Lo que existe es una actividad motórica exaltada, pero con un buen nivel de conciencia. En estas situaciones podemos controlar al enfermo generalmente hablándole de forma sosegada y permitiendo y facilitando que nos cuente cual es el motivo que origina este estado. No suele ser necesaria la intervención farmacológica y si lo es se soluciona el problema con ansiolíticos a dosis bajas.
Cuando se trata de un cuadro de excitación el paciente presenta un comportamiento motor muy exaltado y existen ya serias dificultades para controlar voluntariamente su comportamiento, no obstante, aunque con esfuerzo, es todavía posible el control volitivo.
En estos casos será suficiente con proceder a un cierto aislamiento del enfermo para evitar los estímulos externos y un uso moderado de ansiolíticos por vía oral.
En este sentido son aconsejables los de mayor poder ansiolítico y con una vida media corta en dosis repetidas Loracepam 5 a 15 mgs/día, Alprazolam 2 a 8 mgs/día. Si debemos recurrir a la vida intramuscular, que no aporta de entrada ninguna ventaja salvo su uso ante la imposibilidad de que el paciente quiera o pueda ingerir la medicación, es de elección el Cloracepato Dipotásico/100 a 200 mgs (Tranxilium).
Cuando se trata de un cuadro de agitación psicomotora el paciente no tiene ningún control volitivo por lo que hace referencia a su actividad motora. Los movimientos son muy intensos, en cierto sentido automáticos, pudiendo llegar a realizar acciones con acusada violencia contra las personas y las cosas.
La pauta terapéutica fundamental en este tipo de urgencia es en primer lugar la contención física del paciente. Para ello habrá que aproximarse con las medidas de autoprotección necesaria y proceder a su reducción. No existen ninguna táctica especial y según la etiología, el sexo, el nivel de agitación, etc.
Habrá que emplear mayor o menor contundencia. Una vez reducido habrá que proceder a la sedación teniendo que utilizar la vía intramuscular, no por su mayor eficacia sino tan sólo por que la oral es casi siempre imposible de utilizar.
Al mismo tiempo conviene tratar de identificar la etiología, no sólo para pautar un tratamiento concreto sino incluso para orientar la evacuación o traslado del enfermo.
La sedación puede realizarse bien con ansiolíticos como el Cloracepato Dipotásico a dosis de 200 a 400 mgs o con neurolépticos como Haloperidol, Clorpromacina, Levopromazina, Zuclopentixol, en dosis variables según el tipo de producto disponible, la intensidad y circunstancias del cuadro.