Otro subtipo de trastorno de ansiedad es el trastorno obsesivo-compulsivo, enfermedad muy invalidante y relativamente frecuente (2-3 % de la población general adulta, y ocupa el 4º lugar de todas las enfermedades psiquiátricas, detrás de la depresión, las fobias y las toxicomanías).
El paciente que padece un trastorno obsesivo compulsivo es una persona que sufre ideas y pensamientos repetitivos, desagradables, no deseados y que generan un elevado nivel de ansiedad e incomodidad que el enfermo intenta neutralizar por medio de una serie de actos rituales que llamamos compulsiones. Los pensamientos obsesivos más frecuentes giran en torno a ideas sobre la muerte, contagio de enfermedades y calculo matemático.
Por lo que respecta a los rituales o compulsiones los mas comunes son lavarse las manos, limpieza de la casa, comprobaciones diversas. La enfermedad obsesiva sigue siendo un gran reto para la medicina, no sólo por su gran frecuencia sino también por la intensa invalidez y limitación que es capaz de producir.
Las obsesiones y las compulsiones son descritas en la literatura psiquiátrica y ya en el siglo XIX, se llamaron “locura de la duda”, puesto que eso es lo esencial de esta enfermedad: dudas persistentes, incoercibles, inevitables. Es parecido a cuando decimos vulgarmente “estoy obsesionado con una idea y no me la puedo quitar de la cabeza”, solo que mucho más grave.
Las dudas obsesivas son definidas como ideas, pensamientos o convicciones inevitables e impuestas – es decir no deseadas y que no se pueden suprimir por la mera voluntad, que aparecen y reaparecen repetitivamente, y provocan un intenso malestar e interfieren gravemente en la vida del sujeto.
Dicho malestar como ya hemos comentado intenta ser “neutralizado” con una serie de conductas ritualizadas y rígidas que llamamos compulsiones.
El trastorno obsesivo compulsivo suele empezar en la adolescencia o en la juventud, aunque también hay niños que lo presentan. Su comienzo es insidioso y progresivo y lo pueden padecer a lo largo de la vida un 2.5 % de la población general.
A pesar de que hay teorías muy diversas que intentan explicar desde diferentes puntos de vista las causas del trastorno obsesivo compulsivo, hoy predominan las teorías biológicas en las que se carga el acento sobre alteraciones anatómicas y funcionales de los lóbulos orbito frontales, del caudado y del cortex cingulado.
También hay muchos estudios que relacionan los trastornos obsesivos con alteraciones del sistema serotoninérgico, así como de ciertos neuropéptidos como la vasopresina, somatostatina y oxitocina.
En resumen, se debe insistir en que el trastorno obsesivo es una entidad clínica que provoca un intenso malestar y una gran angustia en la persona que lo sufre, incluso puede ser tan intenso que impide al enfermo llevar una vida normal, es quizá la única indicación que existe en psiquiatría clínica para realizar una intervención quirúrgica cerebral.
Hoy se dispone de tratamientos que han demostrado su eficacia en este tipo de enfermedad, como los antiobsesivos ISRS, que son el tratamiento de primera elección, e incluyen la Clomipramina, Fluvoxamina, Fluoxetina, Sertralina y Paroxetina.
Además, es preciso hacer otras terapias psicológicas, como métodos cognitivos y de control de la conducta, y en ocasiones es necesario hacer asociaciones de varios fármacos y terapias más complejas ya que hay casos muy resistentes, por lo que a veces es necesaria la psicocirugía.