La hipocondría forma parte de un grupo mas amplio llamado: Trastornos somatomorfos. Es decir un conjunto de enfermedades que se caracterizan por la presentación reiterada de síntomas somáticos acompañados de demandas persistentes de exploraciones medicas, a pesar de repetidos resultados negativos en dichas exploraciones y de continuas garantías de los médicos de que los síntomas no tienen una justificación somática.
Aun en los casos en los que realmente estuvieran presentes trastornos somáticos, éstos no explican la naturaleza e intensidad de los síntomas, ni el malestar y la preocupación que manifiesta el enfermo. Incluso cuando el comienzo y la evolución de los síntomas guarda una estrecha relación con acontecimientos biográficos desagradables, o con dificultades o conflictos, el enfermo suele resistirse a los intentos de someter a discusión la posibilidad de que las molestias tengan un origen psicológico, lo que puede incluso suceder aun estando presentes síntomas depresivos y ansiosos evidentes. El grado de comprensión sobre los síntomas, ya sean somáticos o psicológicos, es con frecuencia insuficiente y frustrante, tanto para el enfermo como para el médico.
El Trastorno hipocondriaco es un subtipo de estos trastornos cuya característica esencial es la preocupación persistente de la posibilidad de tener una o más enfermedades somáticas graves progresivas, puesta de manifiesto por la presencia de quejas somáticas persistentes o por preocupaciones constantes sobre el aspecto físico.
Con frecuencia el enfermo valora sensaciones y fenómenos normales o frecuentes como excepcionales y molestos, centrando su atención, casi siempre sólo sobre uno o dos órganos o sistemas del cuerpo. El enfermo puede referirse por su nombre al trastorno somático o a la deformidad, pero aun cuando sea así, el grado de convicción sobre su presencia y el énfasis que se pone sobre un trastorno u otro suele variar de una consulta a otra. Por lo general, el enfermo puede tener en cuenta la posibilidad de que puedan existir otros trastornos somáticos adicionales además de aquel que él mismo destaca.
Suelen estar presentes ansiedad y depresión intensas, lo que puede justificar diagnósticos adicionales. Estos trastornos rara vez comienzan después de los 50 años y tanto el curso de los síntomas como el de la incapacidad consecuente son por lo general crónicos, aunque con oscilaciones en su intensidad.
Este síndrome se presenta tanto en varones como en mujeres y no se acompaña de características familiares especiales (en contraste con el trastorno de somatización). Muchos enfermos, en especial los que padecen las variedades más leves de la enfermedad, permanecen en el ámbito de la asistencia primaria o son atendidos por especialistas no psiquiatras. Frecuentemente se toma a mal el ser remitido al psiquiatra, a menos que se lleve a cabo al comienzo del trastorno y con una colaboración cuidadosa entre el médico y el psiquiatra.
El grado de incapacidad que deriva del trastorno es variable, y así mientras que unos enfermos dominan o manipulan a su familia y a su entorno social a través de sus síntomas, una minoría mantiene un comportamiento social virtualmente normal.
El diagnostica se lleva a cabo con la entrevista y exploración psiquiátrica del paciente. Para hacerlo debemos llegar a la conclusión de que el paciente presenta los siguientes criterios:
El tratamiento es complejo y consiste esencialmente en no ceder a las presiones del enfermo para practicarle mas exploraciones, pruebas funcionales o valoraciones. Hay que hacerle ver que la causa de sus molestias esta en los elevados niveles de ansiedad que sufre.
Son muy útiles también el empleo de ISRS en dosis bajas, entre ellos es muy eficaz el Escitalopram 5 mgs/día o la Sertralina 25 mgs/día.
CONSEJO: LA PACIENCIA ES ESENCIAL EN EL ABORDAJE Y MANEJO DE ESTE TIPO DE ENFERMEDAD. ES MUY FRECUENTE QUE LA FAMILIA SE CRISPE ANTE LAS REITERADAS DUDAS DEL ENFERMO, PENSEMOS SIEMPRE QUE ES INVOLUNTARIO Y QUE EL PACIENTE SUFRE MUCHO.