incapacidad persistente o recurrente para obtener o mantener una erección apropiada hasta la terminación de la actividad sexual (Criterio A). Los Criterios B y C son los mismos que los de las otras disfunciones sexuales.
Kaplan, H.S., señala que «el sistema eréctil es sumamente complejo y depende de la integridad de la anatomía peneana, de los vasos sanguíneos de la pelvis y de los nervios correspondientes, del equilibrio de los neurotransmisores en el cerebro, de un medio hormonal adecuado y, por último, de un estado psíquico susceptible de concentración erótica». Por ello, «nada tiene de extraño que la erección sea la fase más vulnerable de la respuesta sexual del varón ni que la impotencia pueda estar determinada por diversidad de drogas, enfermedades o factores psíquicos. Por lo mismo, esta alteración es la que cuenta con mayores probabilidades de asentarse en un factor orgánico. En la práctica tales factores pueden descartarse, en más del 90% de los casos, basándose en la entrevista. Si el paciente tiene erecciones espontáneas, sea en la mañana sea en la noche, es inútil seguir buscando patología orgánica.
El registro de la tumescencia peneana nocturna (TPN) asociada al sueño REM, es un valioso medio diagnóstico si es que los pacientes no recuerdan haber tenido erecciones espontáneas. El procedimiento requiere un E.E.G. continuo de sueño y monitoreo de la tumescencia peneana con calibrador de tensión. Cuando la impotencia es orgánica no hay erección nocturna. Entre las causas orgánicas más frecuentes mencionemos la diabetes, los problemas de circulación peneana, los trastornos endocrinos con disminución de la testosterona y elevación de la prolactina, y el uso de drogas beta bloqueadoras adrenérgicas, antihipertensivas y el alcohol.
Entre las causas psicológicas hay que distinguir las inmediatas de las profundas. Entre las primeras, la ansiedad anticipatoria ante la prestación sexual es un mecanismo fundamental, que se refleja en la atormentadora interrogante de si se tendrá o no erección en el momento culminante. Son factores adicionales la excesiva preocupación por el placer de la compañera o la presión emocional que ejerce ésta, sobre todo en los casos de conflicto conyugal. Las causas profundas tienen que ver, en el plano intrapsíquico, con las angustias y conflictos edipianos, que determinan un temor frente a la figura femenina, a la que se transfiere el papel de madre y, en el plano relacional, con actitudes neuróticas de ambivalencia hacia la compañera o miedo a ser rechazado por ésta. (Ver cuadro Nº 1).
Se estima que la impotencia adquirida se da en el 10-20% de todos los hombres. Entre los tratados por trastornos sexuales, la disfunción eréctil representa cerca del 50%. La disfunción primaria es muy rara (1% de los varones por debajo de 35 años). La incidencia de esta alteración aumenta con la edad.