La anorexia nerviosa es uno de los problemas psiquiátricos cuya incidencia, es decir, cuyo número de casos nuevos por año más ha aumentado, además es la única enfermedad mental que puede matar a la persona que la sufre.
La presión social y de la publicidad por conseguir una silueta esbelta ha ido creando en algunas adolescentes la idea de que un cuerpo rellenito es una especie de castigo. Los estudios efectuados sobre la enfermedad demuestran que las anoréxicas tienen una alteración en la percepción de su propio cuerpo, llegando a constatarse un error de hasta un 60 por ciento en la idea de la anchura de la cara. Sin embargo, en cuanto a la talla la percepción es bastante correcta.
Aunque no es una enfermedad exclusivamente femenina, la proporción es mucho mayor en la mujer. Puede afirmarse que por cada diez mujeres que enferman lo hace un solo chico. La explicación es compleja y probablemente incompleta. Hay quien sostiene que se debe a que la maduración sexual de la mujer es mucho más brusca y abrupta. También hay quien señala que la sociedad es mucho más permisiva con los varones, especialmente en los países mas desarrollados. Los especialistas hablan de que las enfermas de anorexia responden a una personalidad muy característica: inseguras, indecisas, con baja autoestima y con escasa habilidades en las relaciones interpersonales. Para algunos, la anorexia sería la consecuencia de problemas psicológicos previos; sería la manifestación, en forma de enfermedad mental, de problemas de adaptación.
La anorexia y la bulimia son dos enfermedades que se conocen desde hace centenares de años, pero hasta hace unas pocas décadas apenas constituían un problema sanitario relevante. En la actualidad son una verdadera “epidemia”, con graves repercusiones personales, familiares y sociales.
El problema esencial de la anorexia es la pérdida grave de peso, hasta llegar a límites peligrosos para la vida. Esto se produce porque las personas que la padecen, casi siempre adolescentes o mujeres jóvenes, sufren un rechazo intenso a mantener el peso corporal en niveles normales.
Las afectadas presentan un miedo desproporcionado a engordar, y como consecuencia de ello padecen verdaderas distorsiones de la percepción del propio cuerpo, de tal manera que se ven gordas, a pesar de estar delgadas o muy delgadas. Junto a este síntoma capital hay otros, mas tardíos, como pérdida de la menstruación, alteraciones graves del metabolismo, etc. que conllevan riesgo vital importante. Las afectadas restringen severamente la ingesta de alimentos, o a veces comen compulsivamente, pero se provocan vómitos para evitar engordar o utilizan laxantes, diuréticos y todo tipo de maniobras absurdas para conseguir su objetivo.
1. Anorexia nerviosa Tipo restrictivo: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo no recurre regularmente a atracones o a purgas (p. ej., provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas)
2.Anorexia nerviosa Tipo compulsivo / purgativo: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo recurre regularmente a atracones o purgas (p. ej., provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).
En todo caso, debemos tener bien claro que estas enfermedades no son una simple “moda”, y mucho menos no son simples consecuencias de las “modas” y modos estéticos imperantes, de la delgadez que imponen los modistos y publicistas, o las televisiones y las “top models”. Es erróneo creer que la culpa de todo la tiene la “tele”, y que la solución es prohibir las tallas pequeñas. Así lo único que conseguirá es no entender nada, perpetuar el problema y no dar en la diana de las soluciones.
Nuestra opinión es que estamos ante graves trastornos de autocontrol, que se reflejan en la conducta alimentaria, como podrían reflejarse en muchas otras y que detrás de ellas siempre se ocultan problemas de personalidad, conflictos familiares, problemas educacionales, alteraciones biológicas cerebrales, factores hereditarios y, también – pero no sólo – problemas sociales y culturales. Por lo tanto, parece claro que las soluciones no hay que buscarlas en la televisión o en los políticos.
Se trata de enfermedades de la conducta, y como tales, el eje de la atención debe ser la asistencia psiquiátrica, constituida por psiquiatras, psicólogos, enfermeras y otro personal sanitario, que lógicamente, deben colaborar con nutricionistas y dietólogos, así como con Trabajadores Sociales, etc.
En resumen, la realidad es esta y no cabe achacarle toda la culpa a la “moda” y quedarnos todos con la conciencia muy tranquila, pero con el problema sin resolver. Desde luego las afectadas y sus familias, saben bien que con cambiar de ropa no se resuelve la anorexia ni la bulimia, es mucho mas eficaz modificar la autoestima.