Siguiendo los criterios de la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad degenerativa cerebral primaria, de etiología desconocida que presenta rasgos neuropatológicos y neuroquímicos característicos.
El trastorno se inicia por lo general de manera insidiosa y lenta y evoluciona progresivamente durante un período de años. El período evolutivo puede ser corto, dos o tres años, pero en ocasiones es bastante más largo.
Puede comenzar en la edad madura o incluso antes (enfermedad de Alzheimer de inicio presenil), pero la incidencia es mayor hacia el final de la vida (enfermedad de Alzheimer de inicio senil). En casos con inicio antes de los 65 a 70 años es posible tener antecedentes familiares de una demencia similar, el curso es más rápido y predominan síntomas de lesión en los lóbulos temporales y parietales, entre ellos disfasias o dispraxias.
En los casos de inicio más tardío, el curso tiende a ser más lento y a caracterizarse por un deterioro más global de las funciones corticales superiores. Los enfermos con síndrome de Down tienen un alto riesgo de desarrollar una enfermedad de Alzheimer.
La demencia en la enfermedad de Alzheimer se considera hoy día irreversible.
Presencia de un cuadro demencial.
b)Comienzo insidioso y deterioro lento. El momento exacto del inicio del cuadro es difícil de precisar, aunque los que conviven con el enfermo suelen referir un comienzo brusco.
c)Ausencia de datos clínicos o en las exploraciones complementarias que sugieran que el trastorno mental pudiera ser debido a otra enfermedad cerebral o sistémica capaces de dar lugar a una demencia (por ejemplo, hipotiroidismo, hipercalcemia, deficiencia de vitamina B12, deficiencia de niacina, neurosífilis, hidrocefalia normotensiva o hematoma subdural).
d)Ausencia de un inicio súbito o de signos neurológicos focales, tales como hemiparesia, déficits sensoriales, defectos del campo visual o falta de coordinación de movimientos, signos estos que no han tenido que estar presentes en las etapas iniciales de la enfermedad (aunque puedan superponerse a ella en períodos más avanzados).
En un cierto número de casos, los rasgos de la enfermedad de Alzheimer y los de la demencia vascular pueden estar simultáneamente presentes. Si ambos coinciden claramente deberá hacerse un doble diagnóstico. Si una demencia vascular precede a una enfermedad de Alzheimer, es posible que esta última sea imposible de diagnosticar en la práctica clínica.
Según la clasificación internacional de enfermedades (CIE 10ª), la demencia por Alzheimer se puede subdividir en los siguientes tipos:
El inicio es muy precoz y el deterioro tiene una evolución más rápida, con marcadas alteraciones de las funciones corticales superiores. En la mayoría de los casos se presentan, en períodos relativamente precoces de la evolución, afasias, agrafía, alexia o apraxias.
Demencia en la enfermedad de Alzheimer en la que el comienzo clínico tiene lugar después de la edad de los 65 años, normalmente hacia finales de los 70 e incluso más tarde, cuyo curso progresa lentamente y en la que normalmente el rasgo más prominente es el deterioro de la memoria.
Demencias cuyas características no se ajustan a las descripciones y pautas para el diagnóstico de demencias mixtas, vascular y de Alzheimer.
Por lo que respecta al tratamiento, la enfermedad de Alzheimer no tiene a fecha de hoy un tratamiento especifico ni capaz de detener el deterioro cognitivo, no obstante, hay tratamientos sintomáticos que pueden ser de gran utilidad para mejorar la calidad de vida del enfermo y de su familia.
Los medicamentos para tratar la enfermedad de Alzheimer pueden ser de ayuda durante un tiempo para los síntomas que afectan la memoria y para otros cambios cognitivos.
Actualmente, dos tipos de medicamentos se utilizan para aliviar los síntomas que afectan el sistema cognitivo:
Adaptar las condiciones de vida a las necesidades de una persona con la enfermedad de Alzheimer es una parte importante de cualquier plan de tratamiento. Desarrollar y reforzar hábitos que formen parte de la rutina y minimizar las tareas exigentes para la memoria son medidas que pueden facilitar considerablemente la vida de una persona con la enfermedad de Alzheimer.
Hacer ejercicio en forma regular es una parte importante del plan de bienestar de todos, y las personas con la enfermedad de Alzheimer no son la excepción. Actividades como una caminata diaria pueden mejorar el ánimo y mantener la salud de las articulaciones, los músculos y el corazón.
El ejercicio también puede promover un sueño reparador y prevenir el estreñimiento. Asegúrate de que la persona con la enfermedad de Alzheimer lleve consigo una identificación o use un brazalete de alerta médica si camina sola.
Las personas con la enfermedad de Alzheimer que tienen problemas para caminar pueden, de todos modos, usar una bicicleta fija o hacer ejercicios en una silla.
Las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer pueden olvidarse de que tienen que comer, pueden perder el interés en preparar las comidas o no ingerir una combinación de alimentos saludables. También pueden olvidarse de hidratarse bien, y esto provoca deshidratación y estreñimiento.
Opciones: