Psiquiatría clínica

Un hombre muere abatido por disparos de la policía.

Un hombre ha fallecido este lunes en A Coruña por disparos de la Policía Nacional, según han informado los teletipos. Según dice el Confidencial, en el enfrentamiento con los agentes del dispositivo desplazado al lugar, habría intentado agredir a un policía con una barra de hierro. Los hechos se produjeron en el polígono de A Grela antes de las 10:30 y, como consecuencia de los disparos de la Policía Nacional, el hombre falleció.

Lo que no se dice en los medios informativos, al menos yo no lo he visto, es que la persona abatida era un enfermo psiquiátrico, delincuente sin duda, violento también, agresivo, pero un enfermo psiquiátrico, y además conocido en la zona.

Existe mucha confusión al respecto cuando se habla de violencia y enfermedad mental, existiendo muchos tópicos que se dan de bruces con la realidad. Son muchos los que piensan que el enfermo mental es violento y peligroso siempre, y además que todos los actos inexplicables son producto de una enfermedad psíquica, y que estas enfermedades son incurables y, lo peor, intratables.

La realidad es muy diferente, ya que no hay enfermedades sino enfermos. Existe una gran ignorancia y prejuicios que contribuyen a estigmatizar al enfermo psiquiátrico. Por otro lado, la agresividad sólo es más elevada en algunas entidades concretas o en momentos en los que el paciente no está tratado.

El escenario verdadero en el siglo actual, por cierto, llamado de las Neurociencias, es que el enfermo mental suele ser más víctima que victimario, y que el tratamiento farmacológico es esencial y eficaz para evitar situaciones como la que ha sido noticia estos días.

La cada vez más prolífica y rigurosa investigación en la materia nos proporciona datos muy interesantes, algunos de los cuales paso a recordar. Desde los años 90 sabemos que los comportamientos violentos están relacionados con alteraciones funcionales de los lóbulos frontal y temporal. También se ha constatado que zonas subcorticales, (la amígdala, el hipocampo y zonas hipotalámicas), podrían estar implicadas en los mecanismos neurobiológicos de la agresividad. (Damasio 1994 y Grisolía 1997).

Por otro lado, las lesiones en áreas prefrontales se traducen en comportamientos arriesgados, irresponsables, transgresores de las normas, con predisposición clara a los actos violentos.

También se ha comunicado que la presencia de una enfermedad mental grave multiplica por 5 la probabilidad de hechos violentos en el periodo de un año, en concreto de 10-13% vs 2% en población sana (Swanson, 1990), y que la presencia de síntomas psicóticos activos (paranoides) se relaciona con mayor riesgo de violencia, del tipo amenaza-control-invasión. (Link 1992, Swanson 1996, Appelbaum 2000).

En otro orden de cosas se sabe que en las personas diagnosticadas de esquizofrenia el abuso de sustancias multiplica por 16 el riesgo de ser detenido y condenado por conducta violenta. (Wallace 2004). Hay más estudios que afirman que los enfermos mentales son mas víctimas de violencia que causantes de la misma, hasta el punto de que la frecuencia en que los enfermos mentales sufren actos violentos o delictivos multiplica por 14 la tasa de la población general. (Teplin, 2005).

Por último, significar que los factores que se asocian de forma más constante al riesgo de conducta violenta son: Coexistencia con el abuso de alcohol y drogas, Incumplimiento del tratamiento y los antecedentes de conducta violenta (Stuart, 2003). Según estudios fiables la contribución total a la violencia por parte de las personas con enfermedad mental grave es menor del 5%,, siendo uno de los principales determinantes de la ecuación enfermedad mental=violencia, el estigma que los medios de comunicación crean constantemente al respecto.

Destacar también que las conductas violentas producidas por enfermos psiquiátricos con frecuencia son aleatorias, sin un claro desencadenante o sin estímulos que puedan entenderse como razonables y lógicos por la población general. Frecuentemente son actos aparentemente sin sentido, inexplicables, impredecibles y absurdos. Todo ello junto a la brutalidad de la acción suscitan interés mediático.

Para ir terminando el articulo, solo indicar que las alteraciones psiquiátricas que con más frecuencia se acompañan de comportamientos violentos serían las siguientes:

  1. Trastorno Antisocial Personalidad
  2. Psicosis (Tr. delirante y esquizofrenia)
  3. Drogodependencias (Psicosis tóxica)
  4. Trastorno explosivo (Tr, control impulsos)
  5. Trastorno Bipolar (fase maniaca)
  6. Retraso Intelectual

Lo ocurrido en A Coruña está levantando comentarios, en mi opinión profesional y personal algunos de ellos aberrantes, hostiles y crueles. Vean algunos de ellos obtenidos del diario El Mundo:

“es donde mejor esta”, si hubiera más actos policiales así, nos iría mejor”, “así es como aprenden los violentos”, “Una boca menos…una ración más…!!! Y una paguita menos del RISGA… (Renta de Integración de Galicia.)”, “Para que siga creando violencia?”; “ya está bien como está”; “bueno a partir de hoy uno menos, que cunda la buena puntería de nuestra policía”; “pues a ver quién paga los rotos de ese cretino…?”.

Pero no todos han sido de este tipo, ha habido comentarios más reflexivos y que denotan una mayor comprensión del problema:

“Queda demostrado que hay personas que, por mucha placa que tengan, no deberían llevar un arma corta porque no son capaces de diferenciar entre neutralizar y abatir”, “Estoy al mil por mil con las FCSE, pero… ¿hacía falta matarlo? …” “Hombre, muerto a tiros con una barra de hierro en la mano no parece muy lógico. Quizás esa investigación no la deberían llevar sus propios compañeros…”, “En ningún lugar te matan por romper cristales de un coche, ni la gente lo justifica. Saldrá el vídeo y habrá un juicio justo, aunque a ese joven negro ya nadie vaya a devolverle la vida”.

Más información en:

https://aragondigital.es/tribuna-digital/2023/12/27/jose-carlos-fuertes-rocanin-enfermo-y-delincuente/

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José Carlos