El mobbing se puede definir como el continuo y deliberado maltrato que recibe un trabajador por parte de los jefes o de los otros trabajadores para conseguir su destrucción psicológica y obtener su salida de la organización.
Desde el punto de vista psicopatológico la victima actúa como un protector del resto de los trabajadores. Los sujetos amedrentados se convierten en dóciles seguidores del agresor para de esta forma asegurar su supervivencia en el trabajo.
Si algo caracteriza y diferencia al mobbing de los enfrentamientos que en todo trabajo se pueden producir, es que las acciones son deliberadamente hostiles y se llevan a cabo de forma encadenada y continuada. El objetivo es la destrucción y salida de la organización de la victima y cuenta con la permisividad, o, cuando menos, pasividad del resto de los trabajadores.
El mobbing se puede traducir por acoso laboral, hostigamiento e incluso algunos llegan a hacerlo equiparable o sinónimo de psicoterrorismo laboral. Llámese como se llame, lo característico es que el sujeto se convierte en blanco o diana del grupo laboral al que pertenece, siendo sometido por éste, o por alguno de sus miembros, a una persecución que le va a generar trastornos físicos y/o psíquicos.
H. Leymann (1996) definió y sistematizó su diagnostico en base a los siguientes criterios: “Una persona o un grupo de personas que ejercen una violencia psíquica extrema, de forma sistemática y recurrente (al menos, una vez por semana y durante más de 6 meses) sobre otra persona en el lugar de trabajo, con la finalidad de destruir sus vías de comunicación y su reputación, o bien, perturbar su actividad laboral, con el objetivo de que abandonen su puesto de trabajo”.
Piñuel (2000) considera que el mobbing o acoso laboral tiene como finalidad intimidar, apocar, reducir, aplanar, amedrentar y consumir emocional e intelectualmente a la víctima, con vistas a eliminarla de la organización o bien a satisfacer la necesidad insaciable de agredir, controlar y destruir del hostigador”. Desde el punto de vista epidemiológico merece la pena destacar los siguientes datos: Leymann en los primeros estudios metodológicamente rigurosos que se hacen al respecto calcula que el mobbing lo sufren el 3´5% de la población laboral. Aunque otros posteriores estudios barajan cifras diferentes y en general mayores.
La OIT (Organización Internacional del Trabajo) en el año 1998 estimaba esta practica en un 5%, aumentado en 1999 a un 7%. Por otro lado, estudios realizados en nuestro medio, concretamente en la Universidad de Alcalá de Henares calculan que el mobbing se produce en un 11´4%. de los trabajadores (barómetro Cisneros, mayo 2001, U. A. H.).
La Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y Trabajo estima que el porcentaje de mobbing es de 9%, y el Proyecto de Opinión de la Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Oportunidades para la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales, aunque no dan porcentajes si estiman que es una situación mas padecida por las mujeres, aspecto este en el que coincide el Dictamen del Comité Económico y Social Francés (2001), considerando a las mujeres de más de 40 años las más afectadas.
Abundando en estos datos, M. F. Hirigoyen calcula que el mobbing lo sufren el 70% de las mujeres a lo largo de su carrera laboral, sobre todo minorías raciales. Por ultimo, Piñuel constata cifras parecidas en este caso con predominio ligero de hombres.
Como pautas generales en cuanto al abordaje psicológico del mobbing se refiere podemos afirmar que el mero hecho de reconocer y nombrar la situación permite a la persona liberarse de la negación y de los sentimientos de culpa que con frecuencia acompañan estas situaciones. Por lo tanto, hay que trabajar en este sentido y racionalizar la situación. El acosado no debe creerse nunca el culpable. Hay que desestigmatizarle y hacerle entender las motivaciones de su acosador para anular sus posibles sentimientos de culpa.
El otro aspecto clave es conseguir que el acosado se libere de la propia situación. Para ello es necesario en primer lugar integrar el acontecimiento traumático no como un episodio que estructura la vida, sino tan solo como algo puntual y limitado en el tiempo y en el espacio. Para ello será necesario, según la intensidad, duración y tipo del acoso, junto con las características de la personalidad del sujeto, poner en marcha una estrategia variada que resumimos a continuación.
Aunque pueden ser útiles cualquier tipo de abordaje psicológico en nuestra experiencia clínica es la psicoterapia cognitivo conductual la que presenta unos resultados mejores y a mas corto plazo.
Dicha terapia esta basada en el reconocimiento de una serie de ideas absurdas e irracionales que la víctima ha ido introyectando con el paso del tiempo y con la presión ejercida por el acosador y el medio. La forma de hacerlo es en primer lugar identificación de la idea irracional seguido de unas técnicas de afrontamiento y de sustitución de la idea irracional por otra que no lo sea.
Además, será necesario otro tipo de abordaje que incremente la resistencia psicológica. A continuación, resumimos la base fundamental para ello:
· Aparentar indiferencia, conservar la sonrisa y responder con humor.
· Tratar de permanecer imperturbables (no entra al trapo).
· Actuar de forma irreprochable.
· Desconfiar: por ejemplo, cerrar con llave los cajones, llevar consigo los informes importantes…
· Abrir nuevos canales de comunicación.
· Mantener la “sangre fría”
Si el mobbing o acoso laboral ha hecho mella y traspasado la capacidad de adaptación, será necesario iniciar un tratamiento medico que restaure el equilibrio neuroquímico. En este sentido existen hoy psicofármacos excelentes con gran eficacia para restablecer la serenidad, de cómoda posología, y escasos efectos secundarios que no deberemos dudar utilizar si las circunstancias lo precisan.
En concreto serán de especial indicación los Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (Paroxetina, Sertralina, Escitalopram) a los que habrá que asociar en situaciones puntuales ansiolíticos preferentemente de vida media larga como el Diacepam, el Cloracepato Dipotásico o el Ketazolam.
En cualquier caso, la farmacoterapia será un tratamiento sintomático del mobbing que le permita al sujeto reducir su angustia, mejorar su animo y ponerle en las mejores condiciones para enfrentarse con el problema y con las causas que lo han originado.