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Día: 19 al 23 de julio
Según el CIS, el 79,3% de la población española asegura que la situación de alerta sanitaria ha tenido algún impacto en su salud psicoemocional. Y más del 7% solicitó ayuda a un profesional de la salud.
Según un estudio de la Universidad del País Vasco, casi el 46% de la población ha sentido malestar psicoemocional durante los primeros meses de la pandemia, y el 43% presenta síntomas depresivos. Este mismo estudio indica que entre las personas que solicitaron apoyo psicológico durante el confinamiento: En el 75,7% de los casos fue por ansiedad y estrés, en el 56,2% por síntomas depresivos y en el 49,5% por problemas de sueño.
El síndrome post-COVID (COVID Crónico) incluye síntomas psiquiátricos tales como ansiedad, depresión, desesperanza, insomnio y problemas de concentración.
En segundo lugar estaría El COVID respiratorio que causa síntomas psiquiátricos indirectamente debido a hipoxia y la insuficiencia respiratoria y por el ultimo estaría el COVID del SNC que también puede generar alteraciones neuropsiquiatricas.
Las alteraciones neuropsiquiátricas más frecuentes durante la enfermedad aguda son: insomnio, ansiedad, alteraciones de la concentración, memoria, confusión y estado de ánimo deprimido. En algunos casos los corticoides fueron causa de manía o psicosis.
El síndrome post-COVID o estadio posterior de la enfermedad incluyen los siguientes síntomas; mialgias, depresión, sueño no reparador, síntomas cognitivos (hipoprosexia, hipomnesia)
Los diagnósticos mas comunes fueron ansiedad (17%), trastorno del estado de ánimo (14%), trastorno del consumo de sustancia (7%), y insomnio (5%).
A largo plazo en aquellos casos severos donde hubo un delirium persistente existe el riesgo de que los síntomas cognitivos se constituyan en una demencia. Un gran porcentaje de pacientes internados con delirium o internados en terapia intensiva, así como también debido a perdida de un ser querido pueden llegar a presentar un trastorno de estrés postraumático.
Es esencial para la prevención de complicaciones neuropsiquiátricas tratamiento adecuado y precoz del delirium COVID, en aquellos pacientes ingresados unidad de cuidados intensivos
Por último, hay que señalar que la medida de prevención primordial y mas eficaz es la inmunización de la población.
El deterioro cognitivo acompaña a la vejez, pero se puede retrasar siguiendo ciertos cuidados. En 2019 la Organización Mundial de la Salud propuso algunas pautas para mantener la salud cognitiva, basado en que hay factores de riesgo que de ser atendidos podían prevenir la demencia en un 35% de los casos. Estos factores de riesgo son: poca educación (terminar la primaria hace la diferencia); el aislamiento social, la pérdida de audición, la obesidad, el tabaquismo, depresión, el sedentarismo y el consumo de alcohol. Por ello recomendamos unas pautas muy básicas que exponemos a continuación:
Aunque a toda edad se puede hacer amigos, es importante cultivar amistades a lo largo de la vida para mantener una red social de apoyo.
Esto incluye caminata fuerte, natación o trote. La actividad física también ayuda a mantener un peso saludable y a combatir la presión alta. Cada vez que pueda camine. Para que no lo vea como una obligación, encuentre una actividad física que disfrute.
Hablar más de un idioma retarda el deterioro cognitivo, no importa si lo aprende en edad adulta. Ciertamente un niño de cinco años adquiriría el conocimiento más rápido, pero hay beneficios en hacerlo a cualquier edad.
Cuando se pierde audición, dedicamos más tiempo y más capacidad cognitiva a intentar entender lo que nos dicen. El cerebro trabaja mas para distinguir las palabras y entender las oraciones. En estos casos, si se invierte mucha energía en algo tan simple como escuchar y entender lo que dicen, no queda energía para otras actividades.
Aunque la sordera no cause deterioro ni demencia estructural, sí lleva a un cambio en la capacidad cognitiva. Quienes no oyen se aíslan y dejan de participar en actividades sociales.
Para mantener estimulado el cerebro en la tercera edad se pueden realizar diversas actividades dependiendo de la condición cognitiva y el estado físico. Las actividades recomendadas son escuchar música de sus tiempos, contar y recordar acontecimientos felices ocurridos en la infancia y juventud, realizar algún ejercicio físico que su condición le permita, incluyendo bailes; juegos de mesa: juegos de memoria; dibujar, colorear o hacer rompecabezas.
Todas estas actividades, estimulan la concentración, observación, atención y las capacidades motrices que corresponden, entre otras, a las facultades cognitivas.